Las características de Internet, sobre todo de la Web 2.0., la convierten en un medio idóneo para hacer literatura.
Llevar la literatura a la vida (o más exactamente a la sociedad, o sea, a la relación humana) es propuesta estética de cierta raigambre, sobre todo a partir de Baudelaire. Un ejemplo señero en nuestro país ha sido Valle-Inclán y, más recientemente, Francisco Umbral. Aunque Internet no sea exactamente la sociedad sí es una parte de ella y, como espacio virtual, lugar por excelencia del disfraz y de la máscara.
Este experimento consistió en considerar el conjunto de la Web como espacio para la ficción. Todo lo publicado por este autor en este tiempo (dos años a partir de abril de 2007) debe considerarse como una única obra, con entidad propia, porque con esta intención se realizó.
Consta de los siguientes blog:
Sé lo que blogueásteis
Mi amigo el hacker y, el subsidiario de este, El espacio intermedio
Diario de un extraterrestre
Los cuadernos de Jana
El jaina literario
Y... El jaina
que aunque quisimos mantener, en un principio, alejado de este experimento quedó contaminado por la ficción.
Todos ellos confluyen por necesidad y de manera bastante natural, aunque no resulte evidente en una primera lectura, en este último blog, el jaina, ya que en él realizo una investigación sobre las causas, procesos y formas, el porqué y cómo la humanidad ha llegado a ser lo que es... y algunas propuestas sobre lo que podríamos hacer para salir de la tremenda confusión en que nos hallamos. La investigación se centra en el estudio de la que pudo ser la primera visión del mundo y de su modelo, por lo no se aborda sino de pasada el momento presente. Se hacía inevitable, pues, un nuevo medio:
el blog Diálogo y creatividad pretende ser el instrumento, el lugar de encuentro que más allá de las ideologías, de las visiones del mundo más o menos explícitas, de los prejuicios y creencias, facilite la comunicación que permita (en la línea de la propuesta de Krishnamurti, David Bohm, David Peat y otros) un diálogo global, una nueva oleada creativa.
Hoy a la hora y fecha de este post doy por terminado el experimento.
Sin conclusiones (lo que dejo a mis críticos: el que esté interesado puede consultar su desarrollo en los blogs enlazados y en los comentarios de mis heteróclitos en blogs y foros durante los dos años mencionados), pero con una segura constatación:
Resulta habitual en el internauta (en el lector, en general) no diferenciar entre la ficción y la realidad, entre la falsa y la verdadera identidad, entre la literatura y la crónica periodística y, esto, porque en nuestro interior no distinguimos la fantasía de la realidad. Menos aún en medios tan ambiguos como los de comunicación de masas, en el que resulta imposible comprobar por uno mismo las fuentes de la información o la información misma. Y esto porque nuestra imagen del mundo vela y distorsiona nuestra percepción del mundo y, así, nuestro cuerpo se hace uno con el disfraz, nuestro verdadero rostro se fusiona con la máscara y llegamos a creernos el personaje.
Ante este hecho caben diversas actitudes radicales, que basculan entre dos: la del crédulo y la del quisquilloso o escéptico absolutos. Uno se identifica con su particular visión del mundo, el otro, sólo cree en lo que rechaza, ya sea el sistema establecido o su contrario. Ambos se hallan presos de su manera de ver el mundo que confunden con el mundo.
Permítanme, no obstante, señalar otra que me parece más sensata, más racional, más de sentido común: mientras que la realidad no es siempre lo que parece, la realidad virtual (digital o simplemente simbólica) es siempre lo que parece, ya que, sin trasfondo, es sólo superficie, reflejo de otros reflejos, imágenes de otras imágenes en un espejo sin continuidad con lo real. De ahí que el personaje de Diario de un hacker se me quedara definitivamente congelado en su seconde life e hibernado mi amado extraterrestre.
Negociación, intercambio, discusión ¿Dialogo?
Habría que incluir en el experimento, además, los comentarios realizados durante este tiempo en algunos blogs y foros por Luis Lucena Canales o Pepe Cero, seudónimos del autor. Cualquiera puede rastrearlos en Google o cualquier otro buscador. Algunos están recogidos en Sé lo que.
Como se verá entran en el tono bastante común en la Web (y en la vida en general): la lucha por imponer a los demás el propio punto de vista a través de la discusión.
Así la Web, como reflejo de la sociedad que es, queda fragmenta en individuos y grupos que no tienen con los demás más relación que esa continua lucha por mantener y ensanchar sus fronteras ideológicas. El espacio común, en lugar de espacio de colaboración, se ha convertido en un campo de combate:
colaboración entre los individuos y grupos afines y combate contra todos los demás, por un lado y, por otro, aceptación ciega de los líderes de audiencia como puntos de referencia y autoridad.
Evidentemente, siempre habrá individuos y grupos con los que, si no cambian, será imposible mantener un diálogo, pero lo llamativo es que incluso ni los más "críticos o alternativos" dialogan entre sí:
intercambian información, negocian, pero no dialogan. Es decir, se mantienen, a pesar de sus discursos de transformación y cambio, en el mismo paradigma que dicen combatir.
En este contexto, las nuevas propuestas en Internet quedan como meras declaraciones de intenciones y (el infierno está lleno de buenas intenciones) la descentralización y horizontalidad que tanto prometían los nuevos medios desembocan en un batiburrillo, en una tremenda confusión, en un río revuelto donde pescan los más astutos, los más adaptados a los nuevos lenguajes. Y, mientras, cada cual en su tribu y con sus redes tratando de construir un mundo a imagen y semejanza de la imagen que tiene del mundo, reconstruyendo de manera tácita, inconscientemente, el mismo mundo al que se opone.
Una nueva etapa
Frente a esta confusión no hay porqué decantarse, necesariamente, por el cinismo o por el paradójico dogmatismo de los pseudoescépticos. Si permanecemos interiormente libres, de toda intención y prejuicio, y atentos (lo cual viene a ser lo mismo), podremos diferenciar sin esfuerzo entre realidad y ficción. Al fin y al cabo lo que importa es la relación que lo dicho guarda con los hechos, con la vida: lo que se dice y cómo se dice... no quién lo dice ni el medio, el lenguaje y el soporte, que utiliza para decirlo.
Quizá si somos conscientes de nuestros límites, de nuestros disfraces y máscaras como lo que son, podamos empezar, en lugar de estar atacándonos y defendiéndonos permanentemente, a dialogar, a colaborar.
Una propuesta: diálogo y creatividad
La nueva etapa es, por ello, una propuesta de subversión de la dinámica común en la Web: propongo dialogar, ni discutir ni negociar, empezando por investigar qué es el diálogo.
Luis Lucena Canales
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