miércoles, febrero 27, 2008

PROPUESTA PARA UN ARTE PRIMORDIAL

El hombre es múltiple, no necesariamente fragmentado, si bien hoy se encuentra roto, en conflicto. Nuestra intención es devolver al hombre la unidad perdida, el religamiento con la naturaleza y con lo trascendente partiendo de su dimensión cotidiana.[1] Nuestro arte, ya sea de la palabra, de las imágenes, formas y colores, de los sonidos y los ritmos o del movimiento corporal pretende reflejar el flujo permanente de lo real en sus múltiples planos simultáneos de manera holística, total.
Nos interesa especialmente la obra de arte que, no centrándose en un aspecto aislado de la realidad, manifiesta el todo en cada una de sus partes; la que expresa la simultaneidad de los procesos, tal y como suceden en realidad, exponiendo la complejidad interrelacionada y fluida del todo, de lo más bajo a lo más alto, de lo más feo a lo más bello, de lo más cómico a lo más trágico, de lo más abstracto a lo más concreto, de lo más mezquino a lo más sublime.[2] Nuestra actitud con respecto a la realidad, al arte y al proceso creador, es no tener ninguna actitud en particular, no resaltar ningún aspecto, ningún elemento, ningún punto de vista privilegiado, no se trata de cambiar un punto de vista por otro[3]; por tanto, es simultaneísta (surge y se dirige al instante, no como representación, sino como expresión, en la medida en que puede serlo, del instante), es multidireccional, no especializada, no divisiva, ya que la visión holística que la anima pone orden en el caos de sensaciones, en la fragmentación de puntos de vista, produciendo en virtud de la percepción sin valoración, no centralizada y sin objetivo, la integración de los fragmentos (por la fusión de elementos heterogéneos, por la interpenetración de espacios y tiempos diversos, por el mestizaje de distintos ámbitos culturales y por la interfecundación de los múltiples niveles del ser) en un todo coherente[4]. El resultado es un nuevo realismo, un realismo primordial, holístico.
Lo primordial no es lo antiguo, ni lo primitivo. Lo primordial no tiene un tiempo específico, ni está fuera del tiempo, es la manifestación aquí ahora del orden subyacente, oculto de la realidad. No, por ello, es lo meramente abstracto, sino expresión comunicativa de un proceso con forma y estructura. El término primordial viene del latín “primórdium”, palabra compuesta con las raíces de “primus” y “ordiri”; luego, etimológicamente, significa “primer orden”. Su significado en castellano es: “básico, principal, primero, lo más importante y lo necesario como base para otra cosa.” Lo primordial se manifiesta en la visión global, religiosa (no adicta a una religión dogmática e institucionalizada, sino como vivencia esencial del individuo) y se expresa de manera simultánea, como un todo no fragmentado.
El primordialismo es la expresión artística de lo primordial. El primordialismo no es un escape de la realidad sino una manera de ver y expresar los aspectos más profundos y esenciales de esta, sin renunciar a los circunstanciales. Su vocación es holística. El arte primordial pretende reflejar el movimiento total, su proceso y estructura, sin aislar sus distintos niveles y aspectos parciales, sino relacionándolos, integrándolos en un todo coherente con la realidad percibida, con la vida. El primordialismo se sitúa entre la tradición y la innovación en ese espacio o movimiento que Salvador Pániker ha llamado lo retroprogresivo.[5]
El primordialismo no es una escuela cerrada, no es un ismo en el sentido vanguardista del término, es una corriente, una actitud, un movimiento que pretende captar y expresar el holomovimiento (el término es de David Bohm)[6], el movimiento total, no fragmentado, de la realidad, de la vida, que es creación pura, no condicionada. Sin embargo, no rechazamos los ismos[7], ni ninguna propuesta, método, ni técnica, ya sean antiguos o modernos. Aprendemos de ellos, pero no nos sometemos a ninguno. No por ello somos eclécticos, ni pretendemos la síntesis total, lo nuestro no es un sincretismo. Los valoramos en lo que son: puntos de vista parciales, técnicas para usar no para ser utilizados por ellas. No aceptamos ningún tipo de esclavitud, ni disciplina, ni siquiera la que uno se impone a sí mismo[8]. Pretendemos devolver los hallazgos de la indagación vanguardista a sus legítimos dueños: el conjunto de la sociedad y especialmente a los más necesitados: los artistas, los poetas proscritos.
La realidad es más amplia, más profunda de lo que habíamos imaginado. El territorio común es mucho más amplio de lo que habíamos supuesto, mucho más de lo que nos han impuesto desde las academias, los ismos, las escuelas. Hay que evitar, pues, caer en manos de fatuas ideologías redentoristas que prometen fantásticos paraísos aparentemente siempre nuevos, en manos de renovadas vanguardias con nuevas soluciones unidireccionales a problemas viejos que se suceden en progresiones infinitas. Se trata de expandirse en múltiples dimensiones, caminar en todas las direcciones posibles del tiempo y del espacio. La realidad es ese territorio común de infinitas dimensiones y posibilidades, que incluyendo las ilusiones y los sueños, va más allá: más allá de lo objetivo y de lo subjetivo, más allá del tú y el yo, incluso más allá del nosotros conocido, traspasando los claroscuros confines de la tierra, adentrándose en el caos devorador del fondo del abismo, emergiendo en el vacío silencioso e infinito de los cielos... La fuerza del arte está en su capacidad de ser instrumento para crear realidad, ser realidad, y verdad que nos despierte de este sueño absurdo y amargo en que se ha convertido la historia del hombre, liberándonos de todos nuestros sueños e ilusiones[9]. La imaginación en arte es una herramienta para desvelar el enigma del mundo, que no es necesario buscar en extravagantes o pretendidamente originales teorías. Tan cerca está que basta con alargar la inocente mano, aquí y ahora. Ese territorio, siempre el mismo pero siempre diferente y nuevo, es el territorio a conquistar por el verdadero poeta, el verdadero escritor, el verdadero artista[10].





[1] Como ha escrito Carlos Edmundo de Ory “el hombre ha matado la antigua fiesta, toda magia fundamental, el sentido de los misterios, la significación del mundo y las tinieblas humanas, rehuyendo física y moralmente la profundidad de las cosas, lo desconocido, los símbolos, la noche primordial.” (Atelier de poésie ouverte, Poesía (1945-1969), Carlos Edmundo de Ory, edición preparada por Félix Grande, Edhasa, Barcelona, 1970).
[2] Análoga intención a la de Walt Whitman: “No compondré poemas con referencia a las partes/ sino que compondré poemas, canciones, pensamientos, con referencia al conjunto”, (Starting From Paumanok); a la de Caballo verde para la poesía, revista dirigida por Pablo Neruda, cuando propone “una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilias, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones impuestos. (...) y los decretos del tacto, olfato, gusto, vista, oído, el deseo de justicia, el deseo sexual, el ruido del océano, sin excluir deliberadamente nada, sin aceptar deliberadamente nada”, (Por una poesía sin pureza, Madrid, Octubre de 1935); a la de José Hierro, cuando dice: “comprenderlo todo,/ ir a todo, ser/ materia de todo”, (Alegría, Madrid, Rialp, 1947); ect.
[3] Esto a mi entender significa tener la libertad para adoptar cualquier punto de vista, aunque no se corresponda con el que marca la ortodoxia institucional, aunque esta se disfrace de vanguardia o antivanguardia o transvanguardia. Para la poesía es esencial la libertad creativa. Esta libertad, sin embargo, no sanciona el conformista e interesado “todo vale”, tras el que se esconde la impotencia para crear algo verdadero, auténtico, en relación con el presente individual o colectivo, con la vida; por tanto, no es equivalente, sino contrario, a la indiferencia posmodernista. Si bien la impotencia que, según algunos, se deriva del estado actual de pluralismo del arte es sólo la impotencia del que necesita de la ortodoxia para vivir y para crear. El pluralismo sólo produce impotencia en los dictadores y en los fanáticos. Lo que Luis Lucena propone, en suma, es que en lugar de tomar partido (como habitualmente se nos exige) afiliándose a una de las múltiples opciones, que en forma de tendencias fragmentan de manera tribal el panorama artístico actual, el artista debe ver estas tendencias como lo que realmente son: técnicas, métodos, maneras de acercarse a la realidad, de concebir el mundo y que, por tanto, todas pueden serle útiles, instrumentos para la investigación (y su correspondiente expresión), sin perder de vista que el mapa no es el territorio, el modelo no es lo descrito, la obra no es su referente. La totalidad de la vida en su enorme complejidad, en su asombrosa sencillez, es la materia prima del poeta, del artista.
[4] Lo que producirá, sin lugar a dudas, “una música irrepetible, porque antes no existía”, como en el poema de José Hierro (Baile a bordo, Cuaderno de Nueva York, Hiperión, Madrid, 1998), por la fusión de “las barras del compás, la norma y el orden” y “el ritmo libre como el oleaje”.
[5] Aproximación al origen, Kairós, Barcelona, 1982.
[6] La totalidad y el orden implicado, Kairós, Barcelona, 1988.
[7] Si el ismismo supone una limitación, por cuanto sólo destaca un aspecto de la realidad, no lo es menos esa literatura, ese arte que simplifica hasta pretender ser él mismo la realidad.
[8] Lo que realza la importancia de la imaginación creativa en esta época de la universalización de las comunicaciones que propicia el diálogo entre las diferentes concepciones del mundo, entre las diversas culturas, poniendo en evidencia, con David Bohm y David Peat (en su libro Ciencia, orden y creatividad, Kairós, Barcelona, 1988), que cuando la imaginación cristaliza, “al considerarse absolutamente necesaria para el bienestar de la psique y de la sociedad”, se vuelve excesivamente rígida en sus formas y “la mente queda atrapada en un juego sucio por intentar defenderlas” y propone con estos autores “dejar a la luz los supuestos rígidos” que bloquean y fragmentan la imaginación creativa, para así “ser capaz de disolverlos.”
[9] Lo que en la práctica significa, a mi entender, sumarse a esa “nueva oleada creativa” que proponen David Bohm y David Peat en el libro citado más arriba, “para hacer frente al reto extraordinario ante el que se encuentra la [humanidad]”, y, haciendo suya la filosofía de la ambivalencia, retroprogresiva, de Salvador Pániker, alentar un renacimiento que abarque todas los aspectos de la cultura, del arte y de la vida, basado en la mirada global que, por otra parte, no es algo nuevo, ya que impregna la ciencia, la literatura y el arte de las culturas arcanas y antiguas hasta el triunfo de la modernidad.
[10] “El poeta es, pues, un mero instrumento del misterio que se crea a sí mismo, velándose y desvelándose al mismo tiempo; plegándose-desplegándose, mientras el hombre poeta asiste pasmado, con mente quieta y alerta, al drama de su corazón que se quema. La poesía es el fuego primordial de la creación manifestándose, aquí y ahora, realidad haciéndose a sí misma y verdad en cuanto es esencia de la realidad convencional”, (del prólogo de El Espíritu de la Serpiente).

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