El jaina literario

sábado, marzo 28, 2009

Realidad y ficción en Internet

Este blog forma parte de una investigación, de un experimento sobre la identidad y la ficción en Internet.

Las características de Internet, sobre todo de la Web 2.0., la convierten en un medio idóneo para hacer literatura.

Llevar la literatura a la vida (o más exactamente a la sociedad, o sea, a la relación humana) es propuesta estética de cierta raigambre, sobre todo a partir de Baudelaire. Un ejemplo señero en nuestro país ha sido Valle-Inclán y, más recientemente, Francisco Umbral. Aunque Internet no sea exactamente la sociedad sí es una parte de ella y, como espacio virtual, lugar por excelencia del disfraz y de la máscara.

Este experimento consistió en considerar el conjunto de la Web como espacio para la ficción. Todo lo publicado por este autor en este tiempo (dos años a partir de abril de 2007) debe considerarse como una única obra, con entidad propia, porque con esta intención se realizó.


Consta de los siguientes blog:

Sé lo que blogueásteis

Mi amigo el hacker y, el subsidiario de este, El espacio intermedio

Diario de un extraterrestre

Los cuadernos de Jana

El jaina literario

Y... El jaina

que aunque quisimos mantener, en un principio, alejado de este experimento quedó contaminado por la ficción.


Todos ellos confluyen por necesidad y de manera bastante natural, aunque no resulte evidente en una primera lectura, en este último blog, el jaina, ya que en él realizo una investigación sobre las causas, procesos y formas, el porqué y cómo la humanidad ha llegado a ser lo que es... y algunas propuestas sobre lo que podríamos hacer para salir de la tremenda confusión en que nos hallamos. La investigación se centra en el estudio de la que pudo ser la primera visión del mundo y de su modelo, por lo no se aborda sino de pasada el momento presente. Se hacía inevitable, pues, un nuevo medio:

el blog Diálogo y creatividad pretende ser el instrumento, el lugar de encuentro que más allá de las ideologías, de las visiones del mundo más o menos explícitas, de los prejuicios y creencias, facilite la comunicación que permita (en la línea de la propuesta de Krishnamurti, David Bohm, David Peat y otros) un diálogo global, una nueva oleada creativa.


Hoy a la hora y fecha de este post doy por terminado el experimento.

Sin conclusiones (lo que dejo a mis críticos: el que esté interesado puede consultar su desarrollo en los blogs enlazados y en los comentarios de mis heteróclitos en blogs y foros durante los dos años mencionados), pero con una segura constatación:
Resulta habitual en el internauta (en el lector, en general) no diferenciar entre la ficción y la realidad, entre la falsa y la verdadera identidad, entre la literatura y la crónica periodística y, esto, porque en nuestro interior no distinguimos la fantasía de la realidad. Menos aún en medios tan ambiguos como los de comunicación de masas, en el que resulta imposible comprobar por uno mismo las fuentes de la información o la información misma. Y esto porque nuestra imagen del mundo vela y distorsiona nuestra percepción del mundo y, así, nuestro cuerpo se hace uno con el disfraz, nuestro verdadero rostro se fusiona con la máscara y llegamos a creernos el personaje.

Ante este hecho caben diversas actitudes radicales, que basculan entre dos: la del crédulo y la del quisquilloso o escéptico absolutos. Uno se identifica con su particular visión del mundo, el otro, sólo cree en lo que rechaza, ya sea el sistema establecido o su contrario. Ambos se hallan presos de su manera de ver el mundo que confunden con el mundo.

Permítanme, no obstante, señalar otra que me parece más sensata, más racional, más de sentido común: mientras que la realidad no es siempre lo que parece, la realidad virtual (digital o simplemente simbólica) es siempre lo que parece, ya que, sin trasfondo, es sólo superficie, reflejo de otros reflejos, imágenes de otras imágenes en un espejo sin continuidad con lo real. De ahí que el personaje de Diario de un hacker se me quedara definitivamente congelado en su seconde life e hibernado mi amado extraterrestre.


Negociación, intercambio, discusión ¿Dialogo?

Habría que incluir en el experimento, además, los comentarios realizados durante este tiempo en algunos blogs y foros por Luis Lucena Canales o Pepe Cero, seudónimos del autor. Cualquiera puede rastrearlos en Google o cualquier otro buscador. Algunos están recogidos en Sé lo que.

Como se verá entran en el tono bastante común en la Web (y en la vida en general): la lucha por imponer a los demás el propio punto de vista a través de la discusión.
Así la Web, como reflejo de la sociedad que es, queda fragmenta en individuos y grupos que no tienen con los demás más relación que esa continua lucha por mantener y ensanchar sus fronteras ideológicas. El espacio común, en lugar de espacio de colaboración, se ha convertido en un campo de combate:

colaboración entre los individuos y grupos afines y combate contra todos los demás, por un lado y, por otro, aceptación ciega de los líderes de audiencia como puntos de referencia y autoridad.

Evidentemente, siempre habrá individuos y grupos con los que, si no cambian, será imposible mantener un diálogo, pero lo llamativo es que incluso ni los más "críticos o alternativos" dialogan entre sí:

intercambian información, negocian, pero no dialogan. Es decir, se mantienen, a pesar de sus discursos de transformación y cambio, en el mismo paradigma que dicen combatir.

En este contexto, las nuevas propuestas en Internet quedan como meras declaraciones de intenciones y (el infierno está lleno de buenas intenciones) la descentralización y horizontalidad que tanto prometían los nuevos medios desembocan en un batiburrillo, en una tremenda confusión, en un río revuelto donde pescan los más astutos, los más adaptados a los nuevos lenguajes. Y, mientras, cada cual en su tribu y con sus redes tratando de construir un mundo a imagen y semejanza de la imagen que tiene del mundo, reconstruyendo de manera tácita, inconscientemente, el mismo mundo al que se opone.

Una nueva etapa

Frente a esta confusión no hay porqué decantarse, necesariamente, por el cinismo o por el paradójico dogmatismo de los pseudoescépticos. Si permanecemos interiormente libres, de toda intención y prejuicio, y atentos (lo cual viene a ser lo mismo), podremos diferenciar sin esfuerzo entre realidad y ficción. Al fin y al cabo lo que importa es la relación que lo dicho guarda con los hechos, con la vida: lo que se dice y cómo se dice... no quién lo dice ni el medio, el lenguaje y el soporte, que utiliza para decirlo.

Quizá si somos conscientes de nuestros límites, de nuestros disfraces y máscaras como lo que son, podamos empezar, en lugar de estar atacándonos y defendiéndonos permanentemente, a dialogar, a colaborar.


Una propuesta: diálogo y creatividad

La nueva etapa es, por ello, una propuesta de subversión de la dinámica común en la Web: propongo dialogar, ni discutir ni negociar, empezando por investigar qué es el diálogo.


Luis Lucena Canales

Todos los derechos reservados

sábado, junio 07, 2008

On the road

http://imagecache2.allposters.com/images/pic/BOOK/BD003~On-The-Road-by-Jack-Kerouac-Posters.jpg

Que los publicistas son capaces de utilizar sin ningún escrúpulo cualquier sentimiento humano en su propio beneficio es algo que está suficientemente probado.

Un ejemplo reciente: en estos últimos días se emite por televisión un anuncio de BMW en el que se hace alusión a un mítico libro: On the road, En el camino, libro que escribió en 1951, Jack Kerouac (1922-1969) en un largo rollo de papel continuo al que Kerouac llamaba simplemente el rollo.


http://images.google.es/url?q=http://www.library.cornell.edu/olinuris/ref/ontheroadmss.gif&usg=AFQjCNFuGQOm2zWPRyWwK-cLhMv0k7OvPA

El libro, publicado en 1957, es considerado como una especie de Biblia para toda una generación, la Beat Generation. Muchos de sus miembros evolucionarían dando lugar a lo que hoy conocemos como movimiento hippie. Comienzo, pues, de los movimientos juveniles de contestación al sistema, de búsqueda de verdad, autonomía personal, libertad, etc. En nuestro país el movimiento beat llegó un poco retrasado: teníamos antes que quitarnos de encima al dictador y a todos sus demonios. Aunque en muchos de aquellos militantes antifascistas había mucho de beat, de jipi.


http://image.inkfrog.com/pix/kingvintage/Jack_Kerouac__C10034789.jpeg

Kerouac hizo los viajes que dieron lugar a este libro en coches destartalados, o preferentemente en autostop o en autobús, con el fin de observarlo todo de cerca y aprender de los pequeños detalles, impregnándose de la realidad cotidiana de sus personajes.


http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/43/Kerouac_Map.jpg

Mapa de los viajes que Kerouac realizó por Norteamérica y que relatan en En el Camino. Rojo: 1947; Azul: 1949; Verde:1950.

http://es.wikipedia.org/wiki/On_the_Road



El Movimiento beat fue considerado en su país como antiamericano (antiestadounidense) y comunista.

El sentido correcto de término beat según Kerouac guardaría relación con palabras como "beatitud" y "beatífico" para contrarrestar las connotaciones que se le daban en la prensa de la época de "totalmente vencido", o fracasado, o en el sentido de "ritmo".

Dice el autor de Beat Generation en Wikipedia:

“Esta "redefinición" que Kerouac hacía del término pretendía orientar hacia imágenes simbólicas del estilo de la derrota u oscuridad necesarias, precedentes a la apertura a la luz y la supresión del ego que conducen a la iluminación religiosa.”

Allen Ginsberg, uno de sus integrantes más famosos, observaba en el prólogo al libro "The Beat Book", editado por Anne Waldman y Andrew Schelling, otro posible significado: "acabado", "completo", en la noche oscura del alma o en la nube del no saber. E incluso "abierto", en el sentido whitmaniano de "apertura a la humildad".”

http://es.wikipedia.org/wiki/Beat_Generation

¿Qué tiene que ver esto con el planteamiento del anuncio de BMW? Absolutamente nada. Su utilización es un truco de publicista. Hoy casi todos los miembros de aquella generación han sido absorbidos por el sistema y cuentan con medios económicos suficientes como para permitirse realizar, en un cochazo de lujo, el viaje que hicieron de jóvenes en autostop. De esa manera se propone regresar mental y emocionalmente a la época dorada pero con los beneficios de la madurez.

Este tipo de trucos es usado no sólo por los publicistas profesionales, sino también por escritores y artistas, que utilizan sus obras como anuncios de la propia obra y de sí mismos, usando los iconos culturales de sus potenciales lectores con el fin de captar su atención y venderles la moto. Es lo que hacen los poetas ególatras, que utilizan cual folclóricas su vida íntima, o los vendedores de enigmas, tan de moda, los vendedores de misterios por descubrir. La vida planteada como una aventura desde el salón de tu casa o sentado en un potente, cómodo y lujoso coche.

Hoy es raro encontrar a un autor que, al realizar su obra, no esté pensando, más que en sus lectores, en el editor, en el crítico. Y lo hace porque sabe que de otra manera quedará inédita. Los empresarios de la cultura actuales no están interesados en obras de arte auténticas que se puedan vender bien, sino en meros productos para la venta. La cultura, el arte, la poesía han pasado a un segundo plano: todo son objetos para el consumo rápido, de usar y tirar.

Además, el consumidor, anestesiado por los publicistas no sabe diferenciar entre lo verdadero y lo falso. Se traga los simulacros como si fueran realidades. No está dispuesto a ser activo propagandista de los auténticos creadores y se conforma con los imitadores. Y esto porque probablemente él también aspire a ser reconocido como autor. Es el fenómeno de la blogosfera: se publica mucho pero se lee poco.

La verdad es que a pesar de lo mucho hay poco que leer.

¿Qué puede hacer un poeta, un artista, que quiera mantenerse al margen de este entramado mercantil, de todo este ruido, de toda esta red de reflejos condicionados creados para obtener un beneficio del consumidor pasivo?

Propongo el siguiente decálogo de principios básicos, a modo de elementos de un juego creador, más que imperativos.

Primero, quizá podrías mirar dentro de ti mismo y a tu alrededor sin anteojeras, buscando en las obras de los pueblos originarios, no contaminados. Segundo, podrías intentar escaparte de la red. Tercero, lo que tú quieras. Cuarto, podrías considerar la posibilidad de no colaborar ni pasiva ni activamente, ni a favor ni en contra del sistema establecido. Quinto, podrías denunciarlo o indagar si es posible despertar en ti una conciencia autónoma, crítico-creativa. Sexto, quizá podrías no comprar las obras de los artistas publicistas. Séptimo, podrías intentar crear, en la medida de tus posibilidades, medios alternativos de publicación y difusión. Octavo, podrías recurrir al lector ansioso de lo originario, de lo auténtico, de obras de arte como On the road, para que las difunda. Noveno, podrías no autoengañarte. Y décimo: lo que a ti se te ocurra.

Estos diez principios se encierran en dos: ama al arte y a los artistas como a ti mismo.


Luis Lucena Canales


miércoles, mayo 14, 2008

Periferia o muerte, novela

Periferia o muerte narra la etapa final de un viaje al infierno de un ex hippi, ex toxicómano, ex poeta adicto a la ficción... en la década de los 90. Quizá quien mejor describa su contenido sea su propio protagonista, Arturo de Alba-Uribe:

“No podría decirse que un viaje al submundo de la mala vida sea precisamente agradable. La idea de viaje al infierno fue formulada por primera vez, que se sepa, por el chamanismo y, según este, es condición previa para la ascensión al cielo. Ciertamente, no podría decirse que la condición previa sea precisamente agradable. No pidáis pues que su descripción lo sea. O, si lo prefieren ustedes, tan solo se trata de un juego literario (qué pasaría si...), o de un ejercicio de estilo (atreverse a decir lo que no se siente... y se piensa), o consideren que todo parecido con la realidad es mera coincidencia (imago mundi deformada en los espejos del Callejón del Gato) o que una exacerbada desproporción quijotesca anima al protagonista de esta historia...

...y haya paz. Este libro no pretende ofender a nadie. Acepto las héticas condiciones éticas convencionales, las condiciones de uso y abuso, legales...”

Periferia o muerte no se queda en la mera descripción de ciertos submundos ligados a la droga, sino que relata la travesía por los extrarradios de la civilización actual e indaga en el suburbio interior que todo ser humano, aún sin saberlo, alberga, lo que puede ser ofensivo para ciertas “sensibilidades modernas”, que prefieren mirar para otro lado.

Luis Lucena Canales

Granada, Mayo de 2007


Introducción


Solamente amo yo lo que se ha escrito con la propia sangre, de todo cuanto se ha escrito.

Friedrich Nietzsche


Camino, en la oscuridad de la noche, por un bosque sin senderos. No veo sino imprecisos bultos de contornos borrosos, que imagino troncos o rocas, aunque bien pudieran ser cuerpos muertos. Tropiezo con densos ramajes espinosos que arrasan la piel de mi cuerpo desnudo y se enredan en mi pelo como enfurecida garra, garrones afilados que a punto están de vaciarme la cuenca de los ojos y dejarme para siempre ciego. Ni una luz que resalte el lado oscuro de las cosas, ni un contraste en la espesura turbulenta de mi carne entre las ramas.

-¡Ajajuí! -grita él, como un relámpago negro.

No sé si he cerrado los párpados o ya lo estaban, pero nada he visto dentro de mí sino negrura, quizá una sombra moverse entre las sombras, cierto olor azufrado, una mirada sin pupilas y un oscuro grito:

-¡Ajajuí!

Al suelo caigo

...

No sé si duermo o he dormido: una tenue luz azulada me ha hecho creer que estoy soñando. Me levanto. A mi alrededor veo masas abstractas sobre un fondo de luz tersa y plateada, esparcida melosamente en lo que parece el cielo. Sobre la tierra se confunden fuscas materias y sus sombras. Doy un paso, tropiezo, y luego otro. Avanzo esquivando a tientas lo que no sé si es imagen o reflejo o fantasía, deseo, recuerdo...

-¡Ajajuí! -grita él, ese lucífugo, ese lambrijo.

Me pierdo por el bosque, acariciando sombras, tras una luz, difusa y lejana, quizá de la luna.

...

He caminado durante días, años, siglos y, en un instante, el dolor de las horas llega a su límite. La boscosa calígine se desvanece en un destello rosado. Delante, una inmensa llanura sin horizonte, desierta, sin vida. Detrás, un inmenso hoyo lleno de cadáveres.

-¡Ajajuí! -grita, su escueta figura sobre la azulenca bóveda, ángaros sus pupilas.

-¡Tengo hambre de futuro, me muero de sed! ¿Qué quieres de mí, maldito? -le grito.

-¡Ajajuí! -grita él.

El momento se despliega delante de mí creando el horizonte en el que se alza una montaña negra, sobre la que está naciendo el sol, en este instante. Terriblemente cansado, pero jubiloso como un romero, a sus pies me postro, agradecido. Inesperadamente, una bandada de pájaros negros levanta el vuelo y oscurece mi conciencia al tiempo que, llenándome de un inusitado gozo, me rompe por dentro. Estoy al final del camino que comienza en ese templo y ese templo es un libro, y ahí está él, ese duende burlón, ese escuerzo, esa sombra.

-¡Ajajuí! -grita.

-¿Qué quieres de mí?

-Te vendo una entrada al Templo de la Gloria.

-¿Qué pides a cambio?

-¡Tu alma!

-¿Mi alma? ¿Tan poco pides? ¡Tuya es!

-¡Ajajuí!

Abro los ojos. Me está mirando un hombre que no reconozco.

-¿Te pasa algo, Arturo? -pregunta, y deja la boca abierta como queriendo decir algo que no acierta a encontrar en los tortuosos recovecos de su cerebro, supongo, pues he visto, en un destello, una luz veloz, como un motorista loco, recorrer abandonadas autopistas y oscuras calles de una ciudad perdida y desolados pasillos y desiertos salones y tenebrosos túneles de una mansión deshabitada, en busca de otra luz con la que poder fundirse para ofrecer unas palabras, quizá otra pregunta-. ¿Te pasa algo? -repite esa boca pequeña y contraída.

-Siempre pasa algo, Vicente -acabo de recordar que así se llama-. Nada importante. Estaba tratando de recordar un sueño.

-Ya. Bueno, perdona que te moleste, enseguida te dejo con tus sueños -dice, llevándose la mano a la cabeza, frunciendo el entrecejo, aguzando la mirada, insinuando una breve sonrisa -. Son las dos de la tarde, ¿sabes? Venía a pedirte un libro. Lo he buscado por toda la casa y no lo encuentro. Quizá tú sepas...

-Se trataba de un sueño especialmente intenso, podía sentir incluso dolor y hambre...

-No me extraña, Arturo. Tú siempre estás hambriento.

-... y sed.

-Tú siempre estás sediento.

-No me estoy refiriendo a esa clase de sensaciones físicas.

-¡Ah! ¿No? ¡Ya! ¿Te refieres a hambre y sed de justicia o a algo por el estilo? -y se echa a reír, grotescamente, con una mueca torcida que oprime sus ojillos hasta cerrarlos e imprime a su rostro un gesto descreído-. Estupendo, estupendo. Tú siempre me haces reír con tus salidas -y vuelve a su risa cargante y desproporcionada-. Ahora va a resultar que tienes sueños idealistas.

-Yo no he dicho eso. Eres tú quien lo está diciendo.

-No me hagas reír, Arturo. En fin, todo es posible en este infecto mundo. Por cierto, ¿dónde has metido el Fausto de Goethe?, llevo más de una hora buscándolo.

-¡Eso es: Fausto, Goethe... ese duende burlón, ese diablo! -levanto la almohada y descubro el libro que estuve leyendo hasta altas horas de la madrugada-. Pero, ¿y los pájaros?

-¿Qué pájaros?

-Los pájaros que salían al amanecer del templo.

-Pero, ¿de qué estás hablando, Arturo?

-De mi sueño. La selva oscura y la montaña... del infierno al paraíso...

-Eso me recuerda que tampoco encuentro La Divina Comedia, también una edición muy valiosa, por cierto.

Vicente no quiere saber nada de mi sueño. Agarra el libro y se lo lleva. Y sale de la habitación mascullando no sé qué jerigonza indescifrable de monosílabos y exclamaciones dichas con gusto cercano al éxtasis.

-¡Huuuuuuuuuummmmmmmmm! ¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaah! ¡yaaaaaaaaaa! ¡sííííííííííííííííííííííííííííííííííí! ¡sííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííí!

Yo me quedo aún un ratito más en la cama, desperezándome al tiempo que repaso las escenas menos claras de mi sueño tratando de recomponerlas y descifrar su mensaje oculto en el lenguaje preciso y absurdo de los sueños.

Una de las cosas que más me llamaba la atención de mi sueño era el nombre que aquella sombra le daba al templo. "Gloria" es la visión de Dios y el lugar en que este habita, pero, si se vende el alma, no hay manera de alcanzarla. Había, pues, un contrasentido evidente: no se puede vender el alma a cambio de una entrada al templo de la Gloria. Aquel lambrijo me engañaba. A no ser que esa palabra fuera usada en su acepción de "fama". Así sí tenía sentido, pues la fama no es otra cosa que la degradación de la gloria o una especie de gloria mundana.

Con el tiempo supe que para los poetas latinos la Fama era "la voz pública", una divinidad engendrada por la Tierra, que vive en el centro del mundo, en su templo de múltiples aberturas que devuelven amplificadas las voces de los hombres, en compañía de los Falsos Rumores, la Credulidad, el Error y otras divinidades semejantes. Pero sólo, cuando recordé que "gloria" también significa "gusto o placer vehemente", comprendí más plenamente mi sueño, pues el buscador de fama es un buscador del placer de estar en la boca de muchos, regodeándose en lo que los demás dicen de uno. Sin embargo, qué hacía yo allí y por qué vendí mi alma por algo en lo que no creía, sólo lo comprendí hasta que, el curso de los acontecimientos en el año que había de venir, acabó por desvelármelo: lo que dejé escrito en mi diario y es, en definitiva, la materia de este libro. Pero, en aquel momento yo estaba bastante confundido, incluso, perplejo con mi sueño, porque su luz era una luz negra, como de abismo, donde quedaban jirones sueltos de rostros y sucesos sin relacionar. Yo sentía que aquel hueco de mi memoria no estaba vacío, aquel inmenso hoyo estaba lleno de cadáveres que por alguna razón no deseaba resucitar.

Así que me levanté, de un salto (no diría que felino) por no darle más vueltas al asunto y me planté en el salón ante Vicente, que estaba sentado en el sófá con el Fausto entre las manos, mirándolo con delectación, muy atentamente, y que, al sentir mi presencia, sin levantar la vista del libro, como respondiendo instintivamente a una pregunta no formulada, dijo:

-Sólo quería comprobar la fecha de publicación. Acabo de leer en una revista especializada que la primera traducción de Fausto ofrecida a la consideración del público de habla española fue la de García de Santiesteban, en Madrid, 1841. Al parecer se trata de una edición muy valiosa. Sólo quería comprobar si se trataba de esta. Pero no lo es. Es una pena. En fin, qué le vamos a hacer... Sin embargo, esta también debe ser, sin duda, una joya bibliográfica. Me la regaló mi madre, ¿sabes? Perteneció a mi abuela, un tesoro -y ríe, con inesperado estrépito dejando ver varias de sus muelas empastadas: negra simulación, de un vacío inerte-. Me refería al libro, por supuesto. Mi abuela era sencillamente insoportable, como un lacerante dolor de muelas, como una pulga esquiva en el dobladillo de tus pantalones, como una canción de la Pantoja, qué sé yo, como... -y busca otra comparación que exprese con mayor exactitud aún lo que quiere decir, sin encontrarla, hasta que, al fin, se deja vencer y dice como para sí mismo-. La verdad es que dudo que leyera algo, un título siquiera, de la extensa biblioteca que le habían legado sus antepasados en herencia. Los vendió todos, al principio uno a uno, escogiendo los más valiosos; luego, por rimeros, montones de libros antiguos, verdaderos tesoros vendidos por cuatro perras, para costear su afición a la bebida... Ay, fue, sin embargo, una auténtica aristócrata, una mujer con clase, de verdad, no como otros que sólo lo aparentan.

-Lo dices por mí, ¿no es así, Vicente?

-Por ti... y por muchos otros, que lo sepas -y se ríe entre dientes, algo nervioso-, por ti y por esa vana presunción tuya, precisamente -y vuelve a reír, esta vez, con total franqueza.

-Ay, ay, Vicente, sigues sin creer en mí.

-¿Y por qué habría de hacerlo? A ver, ¿qué tienes tú, que no tenga ese? -dice, señalando su imagen en el espejo-. Por mucho que me cuentes, que yo sepa, tú no tienes antecedentes...

Le miro, y no sé si creerme lo que he oído. Aunque, bien mirado, igual que en la literatura, lo que menos importa es la verdad o mentira de lo narrado, sino el cómo, y en este sentido, estoy tan sorprendido por el magnífico estilo de Vicente que me he quedado plantado y ya ni siento deseos de ir al retrete. Alerta, respirando lenta y brevemente, para no perder detalle, le observo. Nos miramos, pero, es evidente que él no me ve, él sólo ve sus pensamientos. Espero a que, en cualquier momento, vuelva a las andadas, y, efectivamente, al cabo de un rato, cambia de tono y sigue:

-Con los años me enteré de que todos los volúmenes de la valiosa biblioteca habían acabado en una librería de viejo vendidos por cuatro perras, que mi abuela se bebió tan ufanamente en sus últimos meses de vida. Todos menos este, este se salvó, el Fausto de Goethe -y lo levanta y lo mira con satisfacción, moviéndolo de un lado a otro-... y también la Divina Comedia, que por cierto no encuentro, ¿por casualidad no la habrás visto?... y el Libro de Buen Amor que descansa en aquella estantería y un Buscón viejo y remendado como sus falsos hidalgos y... a veces pienso que todo esto ha ocurrido por una cruel burla del destino, cuyo oculto sentido no logro entender; y percibo en ello como una especie de historia que habrá de desplegarse, de manera paralela aunque invertida en un espejo, con la historia de otro libro, de otros libros. Ya sé que parece una insensatez, una locura, sin embargo, lo pienso, es más lo siento a veces con tal fuerza que no puedo sustraerme a su encanto, y me gustaría ser yo el protagonista de esa historia que alguien escribirá algún día. Sí, aunque el espejo sea un espejo cóncavo y perverso y devuelva las imágenes empequeñecidas, torcidas, torpes o grotescas, qué más da: todo sea por la inmortalidad -y hace una breve pausa, solemne-. En fin... -sigue, impertérrito, Vicente, al tiempo que yo salgo flechado al retrete sin poderme aguantar más las ganas de cambiar el agua al canario-, que esta no es la edición valiosísima que menciona la revista y es una pena, ¿no crees? -pregunta, elevando exageradamente la voz para que pueda oírle, mientras desahogo la vejiga dolorida, que se desinfla como un globo, ya escurriéndose su flavo líquido por el blanco cielo de loza del retrete-, no por su valor pecuniario –sigue y eleva aún más la voz para que pueda oírle entre el estruendo de la cálida chijetada al caer en el níveo abismo-, por nada del mundo me desharía de él, sino porque daría un nuevo valor, un valor más... más... cómo decirlo, más... ¿qué dices, Arturo?

-¡Aaaahhh... qué gusto!

-Eso, de más gusto, un gusto más exquisito y refinado, a la historia de mis antepasados...

Y sigue, imperturbable, girando en círculos, de un lado a otro, avanzando cuando retrocede y retrocediendo cuando avanza, contento de poder expresar con su interminable perorata las minucias, excelencias y exquisiteces de su aristocrática e interesantísima familia; pero yo ya le oigo como desde ultratumba y, al final, ya ni le escucho. Su voz se confunde y amortigua con el claro sonido de mi agüita amarilla. Atento a sus cascabeles dulces resbalando por la blancura reluciente de la taza del retrete estoy más allá de donde confluyen todos los caminos, en ese otro reino donde el mendigo es el rey, y creo que aquí ningún Vicente podrá venir jamás a turbar mi paz con sus gilipolleces, pero... estoy equivocado.

-Oye, por cierto -insiste el pavo, metiéndose dentro del retrete (propiamente, el cuarto donde está situado la taza o letrina)-, no vuelvas a dejarlo debajo de la almohada, podría estropearse -y se me echa literalmente encima-; y pasa las hojas con sumo cuidado, como quien acaricia a una niña, seguro que no te será difícil imaginarlo; mímalo como a un hijo o, mejor aún, como a un sabio anciano que necesitara de tus cuidados...

-Por favor, Vicente, no seas plasta y déjame mear tranquilo.

-Bien, está bien... -por fin se va, su voz se aleja por el pasillo-, pero no sé si lo has... -dice algo que no entiendo ya que coincide con el último chispo; luego, hace una breve pausa y, elevando la voz de nuevo, sigue-... creo que lo mejor es que lo guarde y te consigas una edición más barata; eso haremos, no debemos correr riesgos innecesarios...

Y sigue así, hilvanando sus naderías con embolismáticas filigranas, como algún escritor de los de ahora mismo, pero yo ya no le escucho. Completamente ajeno a su huero discurso siento la gloriosa placidez de mi vejiga al acabar de deshincharse y, ya definitivamente relajada, gustosa y sosegada, acomodarse de nuevo, vacía (ella sí) a su natural ser, en los pliegues laberínticos (estos sí) de mis intestinos, de manera que mi antes tensa espalda vuelve a la plácida quietud de la serpiente recién comida, dirigiendo su almuerzo al apacible sol de la mañana... Me olvido de Vicente, aunque él siga en el salón con su inacabable perorata (o es que ha encendido el televisor, lo que vendría a ser lo mismo), repitiéndose una y otra vez para volver, rendido, a ese denso vacío, a ese pesado silencio, no gustoso ni sosegado, sino hastiado, a ese perpetuo trajinar rutinario del que no tiene nada que decir que no sea lo que ya, una y otra vez, ha dicho. Vuelvo, si no al verdadero silencio de "la noche sosegada/.../la música callada,/la soledad sonora" de Juan de la Cruz, sí a mi sueño de esta noche (que es lo más parecido a eso)... el sueño que regresa insinuándose en la grata calma, resplandeciente y atrevido, entrando como una cuña en la futilidad cotidiana, invadiendo con un golpe de mano inesperado mi consciente, el reflejo de mi mirada en el espejo, los blancos azulejos, las coloridas cortinas, la bañera, la taza del retrete, la puerta, el pasillo, el salón donde Vicente prosigue con su monólogo huero y aburrido (¿o es el televisor encendido?), la cocina, mi habitación, la mesa con la máquina de escribir y mis escritos, estos apuntes... volándose por la ventana como una bandada de negros pájaros en el mediodía.

Hablo aquí con verdadera emoción, admiración incluso, de mi amigo Vicente: aunque es incapaz de escribir una sola línea cuando habla dice todo lo que yo quisiera expresar en mis escritos y, además, paga el alquiler del piso y todos los demás gastos, incluyendo la comida que, a veces, raras veces en verdad, llena el frigorífico. También costea la desorbitada voracidad de mis pequeños vicios, y es de agradecer.

Vicente y yo hicimos un trato de amigos: le prometí los derechos de autor de mi futura novela.

Un día, se acercó a mi mesa y, después de divagar un rato, dijo:

-Lo he estado pensando, serena y concienzudamente, Arturo. Tengo una idea: haremos un contrato. No es que yo desconfíe de ti, Arturo, no me malinterpretes, pero ya sabes como son estas cosas. Tú no le das importancia al dinero, porque no lo tienes. Pero, todo lo puede el dinero, el dinero hace lo malo bueno y, además, hace al hombre entero.

-Sí, pero ganar amigos es ganar dinero a logro y sembrar en regadío.

-Yo, la verdad, bolsa sin dinero, dígola cuero.

-Está bien, Vicente, dejemos en paz el refranero: haremos un contrato. No te preocupes, te devolveré hasta la última peseta que hayas invertido en mí.

Pero, los días pasan y yo no empiezo mi novela atareado como estoy en descifrar los signos de mi verdadera historia, en este diario. Cuando se mosquea demasiado, le tranquilizo:

-Mira, Vicente, lo que estás haciendo es una inversión segura -le digo-. Te pagaré hasta la última peseta, más los intereses, más los derechos de autor que te he prometido. Hemos firmado un contrato, ¿no es así?

-Pero los días pasan y...

-Compréndelo, amigo, mi estado de ánimo es ahora como el de una embarazada: frágil y antojadizo. Piensa en nuestra obra. Te lo pido por favor, Vicente. Confío en tu lucidez y sensibilidad. Estoy en un momento muy delicado, créeme.

-El tiempo pasa y ni siquiera has comenzado a escribir tu libro.

-Nuestro libro, amigo, nuestro libro. Paciencia. Estoy elaborando la materia prima, diseñando la cadencia narrativa, la altura, la medida y el tono discursivos, imaginando el tema, los personajes, el argumento, la ambientación, los contextos y pretextos, preparando la estructura de las exposiciones, divagaciones, invenciones, refundiciones, amplificaciones, lucubraciones, confirmaciones, traslaciones, metagoges, abusiones, trasnominaciones, comparaciones, enumeraciones, concatenaciones, transposiciones, personificaciones, asociaciones, precisando el proceso de las exclamaciones, imprecaciones, conminaciones, gradaciones, disyunciones, alusiones, pretericiones, circunlocuciones, duplicaciones, aliteraciones, conmutaciones, cromatismos dominantes y subdominantes, pausas y silencios... elaborando anécdotas, simbolismos, terminologías, jergas,... y todo para dar en la tecla de lo que gusta, no al público sino a los intermediarios, a los editores y agentes literarios, que son los que pueden colocar y editar la novela... es para volverse turuleta, tronco. Además, es preciso cambiar de actividad para tomar aire de vez en cuando, ¿no te parece?, tomar distancia para no repetirse, y no descuidar la cuestión creativa, estar permanentemente en forma para eliminar los obstáculos que se oponen al libre fluir de la creatividad y permitir al observador dividirse para examinar los diversos puntos de vista, tomar apuntes del natural, etcétera... para un verdadero escritor divertirse es trabajar, pues trabaja las veinticuatro horas del día, incluso cuando duerme... Además, puedes contar con los ingresos extras.

-¿Ingresos extras? ¿A qué te refieres?

-He escrito varios artículos de una serie que titularé Diario de la Periferia y que pienso colocar en distintos periódicos de tirada nacional. Mira aquí tengo el último, ¿quieres leerlo?

Se sienta en el sofá con los folios en la mano, en la otra un cigarrillo. Lee, atentamente, sin levantar los ojos. De vez en cuando da un golpecito con el pie en el suelo, como haciendo una pausa, o se sonríe. Cuando termina, con un gesto ambiguo y mirada displicente y un tanto socarrona, dice:

-No está mal, pero... no creo que te lo compren.

-¿Por qué? Si puede saberse.

-No quiero ofenderte.

-Al contrario, amigo. Tu opinión me será de gran utilidad para corregir mis errores. Venga, dime, por qué crees que no me lo van a comprar.

-Porque es demasiado personal, se ve demasiado al hombre que lo ha escrito. Es demasiado directo, exagerado, agresivo... yo diría, incluso, que un tanto brutal y algo grosero. Por ejemplo, esto que dices aquí: "Vivimos en la era de los zombis, los muertos-vivientes, que deambulan por los aparcamientos, las calles, las salas de fiesta, los bares, los hipermercados, las oficinas, los pasillos oficiales (...) de las desoladas urbes en busca de un pedazo de carne de verdad viva que llevarse a la boca, porque las multitudes de este fin de milenio se nutren de medias verdades agonizantes, cuando no de muertas mentiras, de ilusiones podridas, cuando no de auténticas falsedades putrefactas, creadas por los medios de comunicación de masas, y que flotan como una niebla fantasmagórica y letal sobre la viva realidad del mundo (...)" ¿No te parece demasiado retórico y pretencioso? ¿De verdad crees que esto te lo va a comprar cualquier periódico medianamente serio? ¿Quién te has creído que eres: un cazafantasmas? A estas alturas es ridículo ir de profeta, o de héroe, o de genio incomprendido. Ya no se lleva.

Lo malo es que Vicente tiene razón. Así que no tengo más remedio que aceptar su crítica. Al fin y al cabo, un desencanto más quizá acabe por templar mi ánimo. Estrujo con un rápido apretón los folios y arrojo el artículo a la papelera. Se me va con él una penúltima esperanza. Por lo que se ve soy incapaz de escribir nada verdaderamente interesante y aceptable, y menos aún para un periódico serio, ningún producto para el mercado. Así que vuelvo a mi diario, me refugio en sus páginas convencido de que aquí, en mi confortable útero, en mi rincón seguro, al menos nadie va a decirme lo que tengo que escribir, ni cómo. Y para darme ánimos releo aquella carta de Henri Miller a Lawrence Durrell de agosto de 1936, que tanto bien me ha hecho:

"Escuche, Durrell, no se desespere todavía. (Ne faut pas désespérer.) Si tiene agallas suficientes, lo que hay que hacer es ir hasta el fondo, por amargo que sea; en sus escritos, quiero decir. Si puede aguantar, y yo creo que puede, escriba sólo lo que le gusta. No se puede hacer otra cosa, al menos que quiera hacerse famoso. Van a cagarse en usted de todas maneras, así que diga lo que tiene que decir".

Después, me duermo y tengo un sueño raro, una pesadilla agobiante, confusa y violenta, donde un jurado de famosos personajes me juzga y condena a irme tras la sonrisa grotesca de un duende burlón que salta de un sitio para otro, con su extravagante risa, por los rincones oscuros del sueño, esos que son como sacos de hollín, en el profundo caos, allí donde hay un hoyo lleno de cadáveres que rebullen por renacer de sus cenizas.

Aquel libro fue escrito, lo tienes lector entre tus manos.

Este libro no es el resultado de ningún saber u oficio literario, este libro no es ningún ejercicio de ficción, este libro no sirve para distraerse o consumir un rato... este libro es la escoria recogida en el viaje al fondo de mi infierno y, por eso, este libro es un escupitajo al rostro de los santones convertidos en marcas comerciales, de los que vampirizan al creador negándoles el pan y el agua y que sólo ven un buen negocio en la literatura, al rostro de los que escriben para no aburrirse, o porque quieren triunfar o realizar sus sueños.

Este libro es la conclusión de mi relación con la literatura de la que, con ésta declaración, formalmente me despido.

Mi trabajo ha terminado.

Ya puedo decir con Henri Miller

No tengo dinero, ni bienes, ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, creía que era un artista. Ya no lo pienso, lo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. Ya no hay más libros que escribir, gracias a Dios.


Adiós, muy buenas.


Arturo de Alba-Uribe

Madrid, diciembre de 1994



sábado, mayo 10, 2008

Poema, o lo que sea, para ser plagiado

Recibo el siguiente correo

LA PESTE DE LA RED: EL PLAGIO

El plagio es una verdadera peste en la red, pero unidos creo que lo podemos frenar aunque sea un poco. Esto no es cuestión de egolatrías sino de un respeto que cada creador bueno, malo o regular, merece por la autoría de sus obras. Algunos creen que el omitir el nombre del autor y no firmarlo con nombre o seudónimo o "nick" –de quien postea-, no es plagio, para mí sí lo es, y lo considero una acción premeditada y más artera que quien se lo apropia con su firma.
Una vez que el plagio se descubre y se denuncia, el trabajo no termina ahí. Necesitamos voces que se hagan presentes y denuncien a los dueños de dominios llámense estos: yahoo, blogspot, iespana, o como se llamen, además de enfrentar al plagiador en su blog o sitio virtual con nuestra propia voz.
Lo más importante es que REGISTREN sus creaciones en los derechos de autor respectivos de cada país y de preferencia siempre antes de exponerlos en Internet. Como muchos saben, REMES: Red Mundial de Escritores en Español, en donde soy una de las responsables generales, fue realizado para que de forma gratuita se registren y expongan sus links como forma de protección para que sirva en determinado momento como constancia legal en caso necesario. Si escriben a mano o en procesadores de palabras, tengan siempre sus archivos fechados, pero nunca publiquen textos con fechas, por obvias razones, esa es otra herramienta legal con la que pueden ampararse para demostrar su autoría. Pero el principal cometido de REMES es ser un directorio que contenga el mayor número de autores en idioma español, para que pueda ser utilizado como documento serio de consulta y como referencia histórica virtual, de autores contemporáneos.
Bien, pues ahora debo decirles que necesito su ayuda en voz para acudir a protestar contra el plagio de una escritora mexicana: Rebeca Montañez, quien junto con Catalina Zentner queridísima compañera argentina y otros compañeros más, editan la revista literaria virtual "Estrellas y Latidos" que muchos conocen.
¿Qué necesitamos? Dejar nuestra inconformidad en el blog
Por favor, háganlo, apoyémonos mutuamente, porque cualquiera de nosotros podemos estar en una situación parecida cualquier día. El poema en cuestión se llama: "CENA EN CUATRO TIEMPOS".
De antemano les doy las gracias por sus muestras de solidaridad.
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Estimados amigos. Alenarte Revista se pone en contacto con vosotros por algo absolutamente quijotesco y que probablemente no dará resultado alguno, pero que pretende al menos meter ruido y que no sea el "callarse porque no sirve para nada" de siempre.
Porque es el caso de siempre en Red. Una escritora, en este caso mexicana, que algunos conoceréis, Rebeca Montañez, se entera de casualidad hace unos días que un poema suyo aparece en un blog sin datos y apropiándose otro de la autoría. Pone el mensaje típico de este texto es mío y ni caso. Y además con la respuesta típica del "me gustó y lo cogí y ya está".
Alenarte Revista puede que no consiga nada con esto, pero está hasta las narices de tanto "todo vale", y de que no se respete a quien escribe y a quien crea. Y ha creído conveniente poner en su número 28 este manifiesto como protesta y como solidaridad con la autora.
Os pido que si lo encontráis conveniente me enviéis vuestra firma. Bastará con email a esta dirección y nombre apellidos y profesión. Ya lo ordeno yo.
Gracias de antemano.
--
alenarterevista@ gmail.com
http://alenarterevi sta.wordpress. com/



Y respondo
Apoyo vuestra lucha contra el plagio y aporto este

POEMA, O LO QUE SEA, PARA SER PLAGIADO

Y dice el falso poeta
YOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYO
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YOYOYOYOYOestepoemapuedeserplagiadoYOYOYOYOYOYOYO
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YOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYO
Tan importante es lo que
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YOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYO
YOYOYOYOYOportioporcualquierotroYOYOYOYOYOYOOYOY
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YOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYO
escribo que
YOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYO
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YOYOYOYOYOsiemprequenoseamutiladoYOYOYOYOYOYOYOYO
OYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYO
YOYOpoemaoloqueseaescritoporLuisLucenaCanalesYOYO
YOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYO
me permito decir cosas que dices tú.

El poema o lo que sea se encuentra publicado, junto con vuestro mensaje, en

Un saludo
Luis Lucena Canales
*******************************
Luego, al visitar la página del plagio he visto que, tras la protesta en numerosos comentarios, han optado por poner el nombre de la autora del poema, Rebeca Montañez. El último comentario dice así:



Issa Martínez

Erstellt : Mai 09, 2008 03:36

Muchas gracias por su justa decisión de colocar el nombre de la autora.

Atentamente
Red Mundial de Escritores en Español: REMES

Responsables Generales
Issa Martínez Llongueras
Luis E. Prieto Vázquez



Issa, con todos mis respetos, no se dan las gracias por un acto de justicia.
Cuidado con esa web, como dice el refrán: el que tuvo, retuvo.




jueves, febrero 28, 2008

Dos axiomas y dos preguntas, con un acertijo final

1. Un escritor es una persona que tiene algo que decir ¿por qué hay, entonces, tantos escritores que viven, literariamente hablando, de lugares comunes?

Una sugerencia para una posible respuesta: también la publicidad vive de lugares comunes.

2. Un escritor es una persona que dice bien lo que dice pero, sobre todo, que lo dice de verdad, con corazón ¿por qué entonces hay tantos estilistas entre los escritores?

Una sugerencia para una posible respuesta: en la publicidad –como en la moda- el estilo lo es todo.

3. Acertijo final: ¿De qué hablan los escritores que no tienen nada que decir?

Último poema


El dolor rompe la apariencia

se cuela por las grietas del complaciente consenso

destroza las certezas (yo tengo, usted tiene)

incendia las tinieblas y se impone aunque no quiera verlo

(no me mira a los ojos, de qué tiene miedo, señor).

El dolor es hermano de la luz.

Se apagan en la noche las mentiras /un comecome /que ignora/ como tentáculos/ acabarán por sepultarle en el sueño final… fragmentos de la gran farsa… máscaras/ fantoches… aquel muñeco de guiñol yo…

…detrás él...

…el dolor…

… me ha despertado

una herida de luz

sé que soy

dolor

con eso basta.

miércoles, febrero 27, 2008

Selección de poemas de El espíritu de la serpiente

Estos poemas son una selección del libro de Luis Lucena Canales El espíritu de la serpiente, editado por Ed. Cara de Plata, Madrid, 1993. Se publican aquí, por primera vez, nuevas versiones de algunos poemas.


TESTAMENTO DE UN JOVEN POETA SOLITARIO

Cuando mi cuerpo muera

y por el milagro del fuego

de la corriente de los ríos

a las frágiles gotas de la lluvia

llevadas en la noche por el viento se levante

y alimente

a la oscura

fecunda madre tierra,

dispongo que todos mis bienes:

raída chaqueta de pana verde

bufanda roja casi nueva

blancos zapatos de baratillo

guitarra, libros, navaja

y mi delicado atanor de cristal

sean entregados a Leci

la muñeca que dice “papá”

y que mis apuntes y poemas se arrojen

al fuego eterno de las ciudades

en noche de luna llena.

(Nueva versión)

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AUTORRETRATO

POBREZA

(Sobre un cuadro de Carmelo Palomino Kaiser, a su memoria)

A la memoria de Ramón del Valle-Inclán

Primer plano (autorretrato):

desolación

desorbitados desojos

a trazos tratamudos

y labios y orejas y narices

descolores de rostruo

Detrás (sombra con figuras)

nudo de rincones

de muñecas artríticas

desmembradas

y flores de plástico

con cagada de mosca

orines y mendrugo

de unos años atrás

estampa combada

por el fluir silente

de un río fotográfico

y tristeza y carcajada

hambre de comer todos los días

palabras de viento desasido

y continua soledad

Y después, qué más allá

qué más

el olor a café anís amor

a mañana descubierta

a no dormir o despertarse

por las calles bulliciosas:

“¡Buenos días, compañeros de pobreza!”


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Hay un abismo

entre este yo que llamo tú

y yo.

Hay una pugna

y una resquebradura

luego, un destrozo

aquí mi corazón –allí mis ojos

y en una luna rota tú.


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AL RITMO DEL ALMA DE ÚLTIMA MODA

(Última copa.

Última hora).

Me vendo al por menor

mayoristas imponen plusvalía.

Y por qué no

venderme al por mayor.

Me vendo al por menor

me vendo al porque no

me vendo al por menor

mayoristas imponen plusvalía.

Y por qué no.

Me vendo al porque no

me vendo porque yo

me vendo al por menor.

Y por qué no

venderme porque sí al por mayor.

Y por qué no.

(Nueva versión)

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Soy de nadie

alas de viento

entre los mundos: arcoiris

un azul de cielo azul

sol

un collar de verde mar

y un caballito de aire

por los violetas de sangre

hala alas de viento

que soy de nadie.

---------------------------------------------------


Vamos

a romper los muros, a vencer los vientos

a abrir las ventanas, que buenas nuevas

inunden las calles y las cadenas

salten.

Que nos citemos de noche, quiero

y nos besemos muy cerca de las estrellas,

que seamos, tú con ellos, yo con ellas,

materia de unidad en las roquetas

altas de las cerradas fortalezas.



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Por la senda de Rimbaud

ese viejo y loco adolescente

ese perdido.

Recostado en las arenas de los desiertos del amor

desarreglando todos mis sentidos

fornicando con la muerte en los estercoleros de la vida

santificándome en los impenitentes vicios.

Por la senda de Rimbaud

ese viejo y loco adolescente

ese perdido.


-------------------------------------------

A MÍ VENDRÁN

A mí vendrán las mangurrinas monas

adoptando posturas sibilinas

para mostrarme sus profundas minas

florecidas de malvas anémonas.

Haré, entonces, manotero plan,

un mangui plan, cachondo, y brindaré

aleluyas a las carnes de parné

que en los catres roñas se abrirán.

Si chingaré, no sé, pues me percato,

rulando, que me estoy quedando solo,

que busco a la que ansío y no la cato.

Por los periarrabales de la feria

voy, rodando mis sueños, como un bolo

colgado, y me pegan su miseria.


---------------------------------------


I

Qué terca la esperanza, que no cesa,

con frívola crueldad de artera puta,

de manar en las ternezas de la gruta

sagrada, blasfemias que otro besa.

Islas del futuro, sueño de esclavos,

perdidas por el hondo sumidero

de la mar. Puente, soga de dos cabos:

mundo real: vacío como un cero.

II

Cuando dejarás de dar la lata

con falsas promesas de hojalata

bañada con pinturilla de oro,

voraz esperanza, dientes de rata

que todo lo confunde, rompe y mata.

Horror, se oyen las voces del coro:

Ay, es tan triste la vida...

... tanto el sufrimiento, ay.

Déjanos, dios, al menos la esperanza.

Lo dijo heráclito, como el toro

que en la muerte su verdad alcanza:

“El asno prefiere la paja al oro”.



--------------------------------------------

“Pasa la vida

y no has notado que has vivido

cuando pasa la vida

tus ilusiones y tus bellos sueños

todo se olvida.

Pasa la gloria

nos llega la soberbia

pero un día pasa la gloria

y ves que de tu obra ya no queda

ni la memoria”

De la canción de Pata Negra Pasa la vida (P. González-Romero Sanjuán)



A veces, muchas veces, me he quemado

en las llamas urgentes de la acción

siguiendo sin preguntas la corriente,

escondiéndome en la fe que nunca falla.

Y he visto al guerrero derrotado

siempre, su alma rota, desolación.

Arden los cuerpos muertos, mientras miente

la ilusión de victoria su razón.

Veo ríos de humo en el poniente

anegando los campos de batalla.

Un niño está cantando lo evidente:

“Pasa la vida...”

¿Quién ha vencido? La voluntad calla,

en silencio responde el corazón.

“Pasa la gloria...”

Rumor de olas acabándose en la playa.


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Ya no me importa el perfume de esos versos

que reducen la vida a un egotista ensueño.

Me río de ese instante sellado por un beso

que se pretende eterno y sabe a pensamiento.

La vida es otra cosa, no me preguntes qué,

ignoro los secretos escritos en el cielo.

No creo. No juzgo. No espero. He perdido la fe.

Mirando, sobre un puente, estoy el río,

la fuente de la muerte y mi destino.


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HIJOS DE LA NOCHE

Como todo el mundo tú eres hijo de la noche

E. M. Ciorán


PASMANDO

quién soy yo

sino este

un rostro sin mirada

un corazón en harapos

que se cree que es otro

y se aferra al último peldaño

de una escala que conduce a dónde

que retiene a quién

quién es este

sino yo que se cree otro

vana esperanza que devuelve

su imagen al punto de partida

necia fe

esqueleto en pie

otra vez roto

constantemente

edificio del dolor sobre la nada


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MI ANDROIDE AMOR

Por fin, he logrado componer

el programa que computa

tu más tierna función (f sub 2)

mi androide amor

de silicona

mi séptimo cielo

mi fiel buscona

de PVC

y vaselina

y vaselina

más vaselina, por favor.

El sistema operativo ya funciona

el solfware controla tu memoria

y tus sensores me acarician

(más vaselina, por favor, más vaselina).

Tus servo bucles procesan mi deseo

con un feedback que me enamora.

Me haces feliz, mi androide amor

(más vaselina, por favor).

Sobre la asepsia rasa de su cuerpo

me sacrificas

con moral laxa

en tu cruz de última moda

mi dulce boba

y purificas

mi ansioso amor corrupto

(querida

por favor

más vaselina

más vaselina, amor)

ya me hundo sin miedo en tu sepulcro

resucitando en el programa Y (griega) Cero

mi androide amor

de silicona

mi séptimo cielo

mi fiel buscona

de plastiqué

y vaselina

y vaselina

mi androide amor:

más vaselina, por favor.

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EL ESPÍRITU DE LA SERPIENTE

Luz y sombra en el abismo – rodante son – espíritu cadente– roto ondular de la serpiente – que muda la piel – se enturbia – se suelda – se enciende – luz y sombra de la serpiente – rodante son – roto ondular en el abismo – espíritu cadente – se hunde – se quiebra – se apaga – se cierra – se abre – se aúpa – se aclara – levanta la cabeza – sobre el abismo – luz y sombra – roto ondular – de la serpiente que muerde su cola – y ahora rompe su círculo encantando – al cielo mira – con su cola en la luna – y muerde al sol –fruta prohibida ya madura – la fermenta en su boca – con su propio veneno rectifica – la digiere en su vientre – la sublima – y destila por su boca – agua ardiente – rodante son – espíritu cadente – el espíritu de la serpiente – luz y sombra.